EL CARBAYO N.º 11
EL CARBAYO n.º 11, abril de 1994. N.º total de páginas 19.
PORTADA
SEMANA CULTURAL
(Del 18 al 22 de abril de 1994)
Programa
Lunes,
5 de la tarde
Charla a
cargo del doctor José Javier Fernández Gómez
Martes,
5 de la tarde
Charla a
cargo de don Heliodoro (pedagogo) sobre el tema “Prevención de las drogas en
niños y adolescentes”
A
continuación, concierto ofrecido por el coro de niños dirigido por don Julián
Fernández Martín, músico
Miércoles,
5 de la tarde
Charla-coloquio
con don Juan Morano Masa, alcalde de León
Jueves,
5 de la tarde
“Día de
los abuelos”.
-Tarde de
guiñol con la obra “La bruja Malatrufa”
-A
continuación, pequeñas obras de teatro protagonizadas por los niños de 3.º,
4.º, 5.º y 6.º, “Las aceitunas” y “La muela”.
Aproximadamente,
a la 7.15 de la tarde, Lucio hará -como todos los años- una exhibición de
kárate con sus alumnos.
Viernes,
5 de la tarde
El
profesor, don Juan Carlos Miguel Hernández, nos hablará sobre un tema
interesante de ecología.
Nos es grato invitarles a todos los
actos de la Semana Cultural, que esperamos sean de su agrado.
Junta Directiva de la APA
Para fallar el concurso de pintura se reunió el jurado, compuesto en su totalidad por madres de alumnos y doña Encarnación, en representación del profesorado, otorgando los siguientes premios:
Educación Infantil: Sara de la Fuente, David García, Sandra Núñez
Primer Ciclo de Educación Primaria: Carlos Puerta Reguera
Segundo Ciclo de Educación Primaria: Soraya Escudero, Beatriz de la Torre
5.º y 6.º de EGB: Juan
Pablo García Vicente y Cristina Puerta Reguera
7.º y 8.º de EGB: Albano Cienfuegos e Iván Casas Carbajo
Reunido el jurado, compuesto en su totalidad por madres de alumnos y don Carlos, en representación del profesorado, se otorgaron los siguientes premios en el concurso de redacción:
6.º de EGB:
1.º: Las cigüeñas navideñas. Autora con
pseudónimo Mari Carmen. MARÍA GARCÍA VICENTE
2.º: El alcohol. Una familia destrozada. Autor con pseudónimo Piscilo. JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ
7.º de EGB
1.º: La naturaleza en Navidad. Autora con
pseudónimo Tatiana. MÓNICA GAGO MARTÍNEZ
2.º: Una gran aventura. Autor con pseudónimo Carcachas. LUIS FERNÁNDEZ PRIETO
8.º de EGB
1.º: Historia de un chico drogadicto. Autor
con pseudónimo Petirrojo. JUDITH RODRÍGUEZ
2.º: La maldición. Autor con pseudónimo La Reina de las Nieves. ISABEL VILLA RODRÍGUEZ
LAS CIGÜEÑAS NAVIDEÑAS
Esta historia comenzó Tuvimos
una brillante idea
En un lugar de montaña. De
cambiar a la cigüeña
Una aldea preciosa De
la antigua iglesia
En la que mucha gente habitaba. Al tejado de nuestra escuela.
Era invierno y nevaba, Esta
idea fue genial
Pero una cigüeña Porque
todos los días nosotros
No emigraba. Dábamos
trigo y cebada
Estaba tranquila
comiendo a
la cigüeña que en nuestro tejado estaba.
Unos granos de cebada.
María García Vicente
Lo malo comenzó 6.º de EGB
No podría alimentar a
sus crías,
Que recién nacidas estaban.
Nosotros preocupados,
Quisimos pensar en algo.
Pero por más que buscamos,
La solución no la
encontramos.
Preguntamos a nuestros
padres.
Pero estaban ocupados,
Daba igual no
preguntarles
Porque no nos hicieron ni caso.
LA NATURALEZA EN NAVIDAD
Ha llegado diciembre. Los animales decoran el bosque con un presentimiento algo malo, pero con la alegría de la Navidad pasa inadvertido. Las ardillas decoran los árboles con las hojas más secas y las nueces más grandes. Los lobos decoran sus casas con las mejores plantas.
Todo es alegría, hasta que la liebre
convoca una reunión en el bosque.
-Esta Navidad no va a ser la más
feliz. Va a ser la peor. Tal vez la última- dijo la liebre.
Todos
estaban blancos, parados del sobresalto. La ardilla, que era la más lista, dijo
con voz chillona:
-Pero,
¿es que nos vas a dejar con la intriga?, ¿quieres contarnos lo que ha ocurrido?
-Bueno,
ahí va: yo estaba en la orilla del lago recogiendo bonitas piedras para el
árbol de Navidad. Parecía que todo marchaba bien, hasta que, de repente, un
espantoso ruido llegó a mis oídos. No sabía lo que ocurría y, cuando vi a
humanos con las hachas, sierras, excavadoras y camiones, me di cuenta de la
grave situación y…
La
interrumpió el viejo búho, que le dijo:
-Perdóname,
amiga liebre. Creo que sé lo que ocurre, porque, desde hace varios años, el
pueblo, en Navidad, viene al bosque a arrancar los árboles para decorar sus
casas.
-Pero,
¡eso es espantoso! -gritó la ardilla.
Parecía
que la alegría contenida en el bosque se fuera esfumando poco a poco, sin más.
Pensaba, pensaba, aunque parecía que no había solución. Después de pensar, al
viejo búho se le ocurrió algo:
-Vamos
a hacer unos cuantos sabotajes. Todas las ardillas vais a sabotear el camión.
Vosotras, las liebres, esconderéis todas las sierras, y, por último, vosotras,
las abejas, os encargaréis de los humanos.
Todo el bosque se puso manos a la obra. Los humanos, hartos de problemas, decidieron dejar el bosque. El sabotaje había sido un éxito.
El
bosque se llenó de alegría y de amor. Volvía a ser el mismo. Los pájaros
cantaban y eran felices.
Esta
Navidad hemos aprendido una lección.
No es malo decorar las casas en Navidad, pero no es nada bueno talar los árboles y, después de las fiestas, tirarlos por cualquier sitio. Porque en ese árbol viven animales y de ese árbol se saca comida. Si lleváis un pino en Navidad, lo tratáis bien y, cuando termine la Navidad, lo plantáis. La Naturaleza te lo agradecerá y harás una buena obra.
Mónica Gago Martínez
7.º de EGB
HISTORIA DE UN CHICO DROGADICTO
En una calle llamada Novedades vivía un chico llamado José Luis, muy alegre y simpático. Cuando iba al instituto casi siempre se encontraba con sus amigos e iban todos juntos en pandilla.
Un
día normal y corriente como todos los demás, se instaló en la casa de al lado a
la de José Luis, una familia que tenía un único hijo llamado Emilio, de la
misma edad que José Luis.
Al
cabo del tiempo se fueron haciendo amigos. Iban siempre juntos al instituto,
hacían muchas cosas juntos, en fin, como si fueran verdaderos hermanos.
Pasó
mucho tiempo, quizá dos o tres años, a la salida del instituto había quedado en
esperarse los dos, pero Emilio no se presentó. Ese día, por la tarde, Emilio
fue a casa de José Luis a explicarle lo que había pasado, pero no le dijo la
verdad. Había ido a un pub a comprar droga. Iba todos los días. Desde aquel día
ya no se hablaban tanto como antes y eso hacía que José Luis sospechara algo.
Un
día, José Luis quiso espiar a Emilio para saber dónde iba.
A
eso de las seis de la tarde, Emilio salió de su casa y José Luis se dispuso a
seguirle. Cuando llegaron al pub, Emilio entró un poco apurado, pero José Luis
prefirió no entrar, por si acaso. Por el cristal se veía a Emilio con otro
chico joven, que, a cambio de dinero, le daba una bolsita cuyo contenido era
polvo blanco. José Luis se dio cuenta de que Emilio iba a salir y se fue
corriendo.
HISTORIA DE UN CHICO DROGADICTO
Al día siguiente, José Luis fue a la taquilla de Emilio y le preguntó que qué hacía en ese pub porque le había visto cuando pasaba por allí cuando iba a comprar una cosa para su madre. Emilio, un poco intranquilo, le contestó en voz baja: “Lo que te cuente no se lo digas a nadie, ¿entiendes?”. Entonces se dispuso a contárselo: “Yo voy allí todos los días para comprar droga de todas las clases…”. “Pero si la gente dice que es una cosa muy mala”, replicó José Luis. “Eso es mentira” -contestó Emilio-. “Lo que hace es que, cuando te sientes mal, te tomas un poco de eso y se te pasa todo; es como una aspirina, ¿entiendes?”. En ese momento tocó la campana para entrar en las aulas y los dos se marcharon rápidamente para no llegar tarde.
A
la salida del instituto, José Luis le pidió un poco de droga para probarla y
cada vez se aficionó más, hasta que un día, por sorpresa, se murió por un
exceso de droga. Los padres no se lo podían creer.
Respecto
a Emilio, lo metieron en la cárcel por contrabando de drogas, porque, desde que
murió José Luis, lo estuvieron investigando.
Judith Rodríguez Gutiérrez
8.º de EGB
Sara de la Fuente - Preescolar
PERSONAJES
Carlos y yo empezamos nuestra colaboración formal el uno de julio de 1994, cuando fui nombrado jefe de estudios del equipo directivo dirigido por él. El proceso que alumbró aquel equipo directivo fue tortuoso y dramático, lo que afectó intensamente a mi vida personal y laboral. Hasta mi nombramiento como jefe de estudios, había desempeñado el cargo de secretario, los dos primeros cursos -1989-1990 y 1990-1991- con Justi de director, y desde el uno de julio de 1991 hasta el 1 de julio de 1994, con Mariano, hombre de carácter y determinación, que aspiraba a continuar en el cargo, pero a quien yo no estaba dispuesto a seguir apoyando, pues me había comprometido con Carlos, al que yo consideraba más adecuado para el cargo de director y con el que tenía mejor sintonía personal.
La cuestión se dirimió por un voto de diferencia y aquello ocasionó cierta convulsión en el claustro y unas heridas sangrantes entre los contendientes, entre los que me incluyo, que, a la postre, unidas a la actitud objetora de Justi, once cursos escolares más tarde, cuando fue obligado por la Dirección Provincial de Educación a ejercer el cargo de secretario, condicionaron el fin de mi colaboración con Carlos. Mi rol en aquel claustro fue especialmente difícil, pues tenía por una parte que concluir mi colaboración con Mariano lo mejor posible y, por otra, colaborar con Carlos y defender su proyecto. La única ventaja a mi favor era que no tenía derecho a voto en el Consejo Escolar, por lo que no podía beneficiar a ninguno de los dos contendientes. A raíz de estos episodios, mi relación personal con Mariano se deterioró mucho.
No puedo decir que me haya arrepentido de la decisión de apoyar a Carlos, pues no me sentía muy integrado en el equipo de Mariano, ya que éste y Charo formaban un bloque aparte del que yo me sentía excluido. Tampoco puedo definir si mis sentimientos fueron o no los correctos, ¿quién sabría definirlos? Se puede pensar con cierta lógica que, de no haberme guiado por mis sentimientos y haber tomado partido por uno de los candidatos, quizá no se hubiera producido ese choque de trenes. Pero esto son disquisiciones a toro pasado y es sabido que la vida no da segundas oportunidades.
En mi ruptura con Mariano no sólo influyó el que me sintiera excluido por su estrecha relación con Charo; tampoco había entre nosotros una buena química personal: en cierto modo, éramos de caracteres antagónicos. Teníamos conceptos de la enseñanza y la educación dispares, aunque yo admiraba de él su capacidad para controlar a los alumnos. En sus clases no se movía una mosca sin su consentimiento, lo que le hacía ser muy apreciado por los padres de los buenos alumnos, que encontraban seguridad y un clima de aprendizaje adecuado en sus clases. Era lo contrario que a mí me sucedía, por las enormes dificultades que tenía en controlar y meter en cintura al alumnado disruptivo, lo que me agobiaba y disgustaba enormemente.
Carlos, sin embargo, se mostraba comprensivo con estas carencias mías y, en algún curso, me acompañaba en algunas de mis clases (las que daba con alumnos más conflictivos) para que yo las pudiese dar con cierta tranquilidad. Agradecía a Carlos su generosa ayuda, aunque yo quedara en una posición débil y sufriera cierto desprestigio respecto de esos alumnos conflictivos y de mis colegas.
Carlos, al contrario que yo, controlaba muy bien sus clases y mostraba gran preocupación por el progreso y buena educación del alumnado. Se esforzaba muchísimo en conseguir becas de comedor y de libros de texto para el alumnado más desfavorecido y de organizar “bocadillos solidarios” para recaudar fondos para Manos Unidas, en colaboración con don Félix, cura y profesor de religión católica, y otros profesores (entre los que me contaba), para paliar el hambre en el mundo. Carlos trabajaba incansablemente por el bien de la escuela y exigía también el compromiso del resto del profesorado, lo que, en muchas ocasiones, le granjeaba enemistades e incomprensiones. Se le criticaba mucho, pero él parecía inmune a los denuestos, fiel siempre a su compromiso y objetivos. Nunca he conocido un trabajador igual y de él aprendí cómo ser o aproximarme a ser un buen profesional de la enseñanza.
Carlos
siempre me trató con respeto y se mostró agradecido por mi apoyo. Formábamos
junto con Carmen, la secretaria, un equipo compacto.
Mis cartas al director del Diario de León
Miércoles, 29 de junio de 1994
La
señora Tina
“¡Tina, Tina!” -llama un niño algo asustado con una heridillas en la rodilla. La señora Tina, solícita, lo atiende y le calma el dolor con un poco de Betadine. “Señora Tina, ¿ha visto las llaves del gimnasio? – pregunta en tono suplicante el profesor de Educación Física, que regresa sudoroso de hacer “footing”. “Aquí están, don Carlos”- replica ella en tono festivo y añade: “Usted, una vez que se pone a correr, se olvida de todo”. “Tina, ¿sabes si hay que limpiar hoy el salón de actos? – pregunta Merce. “Señora Tina, ¿sabe usted a quién corresponde esta matrícula? – inquiere el secretario. “Sí, pertenece a Marlén, esa niña tan simpática que va a la clase de doña Elvira” – aclara la señora Tina. “Tina, ¿me dejas la llave del cuarto del APA? – reclama Begoña. “¡Señora Tina, señora Tina!”- la llama con voz premiosa el director. “Dígame, don Mariano”- responde ella, diligentemente. “Por favor, ¿podría pasar este recado por las tutorías?”. “En seguida, don Mariano” – contesta vivamente la señora Tina.
Como el
amable lector ya habrá adivinado, la señora Tina es la portera o conserje del
Colegio Público “Puente Castro”. Se jubila por edad y está recibiendo -como no
podía ser menos- un caluroso homenaje de toda la comunidad educativa. Porque se
lo merece y porque todos, sin excepción, la queremos mucho, mucho.
Lunes, 4 de julio de 1994
Antonia
Antonia tiene un libro de cabecera escrito por el crítico literario del “Filandón”, José Enrique Martínez. Este libro se refiere a la poetisa y maestra, Gabriela Mistral, chilena de nacencia. Una de las características que distinguen a los maestros y maestras de vocación de los que no lo son es que los primeros suelen fijarse un ideal utópico, encarnado por un pedagogo o pedagoga señeros. El de unos es Célestin Freinet y su pedagogía del trabajo; el de otros es el cura de Barbiana, quien demostró en su “Carta a una maestra” que no hay escolares imposibles sino maestros y maestras desertores; el ideal pedagógico cristiano de Antonia lo encarna Gabriela Mistral, quien dijo: “Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada hora por él”. Antonia -maestra del Colegio Público “Puente Castro”- nunca ha abdicado de ese ideal pedagógico-cristiano y ella ha sido -junto a Félix, sacerdote y profesor de Religión Católica- la impulsora de cuantas obras pías se han desarrollado en el Centro (entre otras, la de Gesto por la Paz). Antonia -en una época en que están en crisis los valores- nunca ha dudado de cuáles deben ser los valores que se deben inculcar a la infancia y juventud: la misma pedagogía que ha seguido en su casa, con sus hijos, ha aplicado a sus alumnas y alumnos, sus otros hijos espirituales: son los valores eternos que dimanan del Evangelio de Jesús: el amor al prójimo como a uno mismo, la solidaridad con los más indefensos, con los marginados, los necesitados; un acendrado sentido de la justicia; un progreso intelectual basado en el esfuerzo personal y diario: una fe inquebrantable en el Todopoderoso… son quizá las piedras angulares que sustentan su ideal pedagógico.
Antonia
se jubila después de una larga y fecunda labor pedagógica y la comunidad
escolar del Colegio Público “Puente Castro” le desea una jubilación creativa y fecunda.
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