LEÓN, 27/03/2019
Fachada de la iglesia parroquial de Cubillas de los Oteros, obra de Lorenzo Gorostiaga Marcos
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Conclusión
48 años después de aquella pequeña aventura, nos damos cuenta de que ese breve resurgir, ese tiempo excepcional que abarcó apenas un periodo de 2 años (de junio de 1.969 a septiembre de 1.971) fue el canto de cisne de un pueblo -quizá de la mayoría de los pueblos de León y Castilla- digno de tal nombre, es decir, con población que vive de los recursos de la tierra o el ganado, de los pequeños oficios e industrias. Que tiene escuela, médico, practicante y párroco.
De aquellos 26 o 27 socios del club, hijos del pueblo, sólo se quedaron a vivir y a trabajar 4, apenas un 15%. Los demás emigraron a regiones industrializadas: País Vasco, Cataluña, Asturias, etcétera o al extranjero. Eso sí, la llamada de la patria chica es común a todos o casi todos ellos y, de vez en cuando, principalmente en periodos vacacionales, regresan por más o menos tiempo. Los hay que tienen vivienda y/o familiares en el pueblo; cada vez menos familiares, eso sí, pues los viejos poco a poco, aunque inexorablemente, van desapareciendo.
Luis Antonio Merino Gil
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