Hace cuatro años
Hoy los familiares de las víctimas de los atentados yihadistas del 11 de marzo del 2004 merecen nuestro recuerdo y nuestro apoyo incondicional. Si el terrorismo, en general, pretende infligir un miedo indiscriminado entre la población, donde todos somos su objetivo potencial, el terrorismo islamista añade un punto más: busca el mayor número posible de víctimas, normalmente entre la gente corriente.
España, por desgracia, es un objetivo prioritario de estos grupos de fanáticos, imbuidos de un odio profundo hacia los valores occidentales. La policía y los cuerpos de seguridad españoles deberán activar todas las alarmas para impedir que se repitan tan terribles atentados.
Desde esta luna insignificante quiero solidarizarme con los familiares de las víctimas, tan injustamente arrebatadas, que han sabido llevar con gran dignidad tanto dolor y tanto agravio.
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