Una vida complicada 3
Efectivamente, estoy de acuerdo en que nuestras capacidades personales para cambiar el mundo (queremos decir un mundo más justo y solidario) son limitadísimas. No obstante, ello no nos debe conducir a una conducta derrotista. Siempre, aunque sea mínima, hay una posibilidad de cambiar algo. Por ejemplo, el ajustar nuestra conducta a lo que predicamos (es decir, el ser coherentes) es algo muy positivo (y dificilísimo de lograr). El intentarlo (y lograrlo hasta cierto punto) también es algo positivo. Con esto no quiero decir aquello de que se pare el mundo, que me apeo, sino todo lo contrario: es metiéndonos en el mundo y tratando con la gente como podemos cambiar algo. Mediante el ejemplo. Para mí, que soy maestro, el valor pedagógico del ejemplo es incuestionable. Quizá no se pueda cambiar el mundo, pero, si somos coherentes con lo que creemos y predicamos, podemos cambiar algo en nuestra propia vida. Y, lo más importante, podemos cambiar algo de la vida de los que nos rodean que (quizá) se verán impulsados a obrar en el mismo sentido.
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