sábado, noviembre 28, 2009

El Estatut

    El Estatut

Escudo de la Generalidad de Cataluña

    Llevamos unos días de mucha agitación mediática y política a causa de la publicación por doce periódicos catalanes de un editorial conjunto en defensa del Estatut, muy aplaudido y refrendado por los partidos políticos catalanes y otras instituciones, incluido el Barça, previendo un fallo del Tribunal Constitucional desfavorable a algunos de sus artículos más polémicos. La cuestión no es fácil de entender desde esta parte de España ni de resolver sin menoscabo de la función de tan alto tribunal. Entramos en el mudable y espinoso campo de los sentimientos, nada compatible con el ser racional. Lo que sientan los catalanes es cosa suya, en la que no podemos entrar, ya se sientan catalanes únicamente o catalanes y españoles. Sí, en cambio, podemos estar en desacuerdo con la presión que se está ejerciendo sobre los miembros del Tribunal, conminándolos a emitir un fallo en el sentido demandado por las instituciones y prensa catalanas. No es bueno para nuestro Estado de Derecho presionar ni descalificar a la instituciones democráticas, sean quienes sean los descalificadores: partidos políticos, medios de comunicación, etcétera. Los catalanes hablan a menudo de la incomprensión que suscitan en otras partes de España, pero ellos muchas veces -con su exclusivismo- nos lo ponen fácil. Esperemos que las aguas vuelvan a su cauce.



viernes, octubre 16, 2009

Ilusiones

Ilusiones

Gabriel García Márquez

    Las ilusiones se refieren más bien al futuro. Es decir, las vivimos en el presente pero con una proyección futura. En ese alocado transcurrir del pensamiento proyectamos deseos, venideras realizaciones, situaciones, con los que supuestamente lograríamos un estado de plena felicidad. Creemos que, cuando estemos liberados de ataduras presentes, por ejemplo, el trabajo, podremos realizar aquello que más nos gusta, vivir una vida más plena, en definitiva, realizar nuestros sueños...
    Lo malo de estas eufóricas emociones es su alejamiento del mundo real. Las experimentamos en unas circunstancias personales que pueden cambiar en el futuro (la salud, sin ir más lejos, ya sea física o mental, o las relaciones con las personas que queremos) transformando lo antes apetecible en aborrecible. No es malo tener ilusiones, ni alejarse por unos momentos de la cruda realidad; lo malo es creérselas a pies juntillas, sin matices, engañarse a uno mismo. Bien están las ilusiones, la esperanza, que nos animan a seguir en la brecha y a trabajar por un mundo mejor.


lunes, junio 01, 2009

Derrotas

    Derrotas

Nadal cae ante  Robin Söderling en Roland Garros en 2009

    La vida se compone sobre todo de derrotas y alguna que otra victoria. Las mieles de la victoria duran poco (son un tanto irreales y ficticias; y se disipan con tanta celeridad como los vapores etílicos de una ligera borrachera). Las derrotas en cambio son profundas e hirientes. Nos dejan maltrechos y nos minan la autoestima. Duran muchísimo más y, su recuerdo, nos produce desagradables punzadas.
    Ayer perdió mi ídolo, Rafael Nadal Parera, y sentí la derrota como propia. Tanta es mi pasión por este deportista que mis hijas lo consideran como un hermano más. Ayer, a pesar de que luchó y luchó no le acompañó el juego; jugó nervioso y mal. Él lo reconoció, pues suele ser muy crítico consigo mismo, una de sus principales virtudes junto a la de la humildad y el duro trabajo cotidiano. Los deportistas son dioses con pies de barro; lo fue Induráin, otro de mis ídolos. Induráin nunca me defraudó, aunque perdiera aquel sexto tour. Tampoco me ha defraudado Nadal, aunque me han dolido sus derrotas. Espero -eso sí- que siempre conserve las virtudes que le han hecho grande: el fair play (juego limpio), la autocrítica, la humildad y el duro trabajo. Es mucho más difícil saber perder que saber ganar, aunque ambas cosas son extraordinariamente difíciles: cómo vencer sin envanecerse; cómo perder con elegancia, reconociendo el mérito del rival: toda una escuela para la vida. Nadal nos ha demostrado dominar ambas cosas. Por eso le admiro y le apoyo.




viernes, abril 10, 2009

Viernes Santo

Viernes Santo

Iglesia de Cubillas de los Oteros

    Mis recuerdos de la Semana Santa se centran en la adolescencia, cuando vivía en Gigosos de los Oteros. Asistía, junto a los chavales de mi edad, a los oficios que se celebraban en la iglesia de Cubillas. Eran a hora temprana de la tarde, por lo que había que comer pronto y presentarse puntuales. Allí nos esperaba don Joaquín, el cura, con unos monaguillos revestidos de unos hábitos de color rojo con el cuello blanco. Los santos de la iglesia estaban tapados con mantos de color morado. No se podía tocar las campanas por lo que, a la hora de avisar a los fieles, los chicos recorríamos el pueblo con matracas y carracas. Aun teníamos tiempo de pasarnos por el bar de Cayo o el de Bernardino para tomarnos unas paciencias (bollo redondo y muy pequeño hecho con harina, huevo, almendra y azúcar y cocido en el horno) y un güisky (una especie de jarabe dulzón de color fresa o parecido al vino blanco). Luego venía la subasta del Cristo que encabezaba la procesión, y que tenía el privilegio de procesionarlo el mejor postor. Acompañaban al sacerdote las autoridades y, al oscurecer, se iniciaba el recorrido por las calles del pueblo, entonando el Rosario de la Buena Muerte. Durante el trayecto, a veces los mozos se desmadraban, lo que provocaba el disgusto de don Joaquín, quien de vuelta a la iglesia, se lo recriminaba. Aquéllos tenían la querencia de subirse al coro, desde donde algunos entonaban estentóreamente Viernes Santo, qué dolor... lo que volvía a disgustar profundamente a don Joaquín...



viernes, febrero 06, 2009

Viajar

Viajar


    Cuando llevamos mucho tiempo encerrados en un mismo lugar, una misma ciudad, viendo y hablando con la misma gente, transitando por los mismas calles, frecuentando los mismos edificios, ansiamos cambiar de aires (aunque sólo sea ir al pueblo a dar una vuelta). Viajar nos activa la adrenalina, nos despierta los sentidos y el optimismo preside nuestro ánimo.
    Siempre esperamos algo nuevo de un viaje; quizá que nos ocurra algo maravilloso, inesperado, fantástico. Los campos que cruzamos veloces, las personas que vemos, los monumentos que visitamos nos parecen singulares, encantadores, preciosos. Las jornadas resultan plenas, agotadoras, felices. Los alimentos sabrosos, suculentos, deliciosos. Apreciamos la bondad de la gente y nos acucian las ganas de aprender nuevas cosas. Nos hacemos más tolerantes y comprensivos. Más comunicativos y menos intransigentes. Valoramos lo bueno de los otros y restamos mezquindad a nuestros actos. Viajar, en suma, nos ilustra, nos relaja y saca lo mejor de nosotros. Viajar siempre merece la pena.


jueves, enero 01, 2009

Tiempo

   Tiempo

Madre Teresa de Calcuta

    Tiempo es una palabra muy usada. Raro es el día que no la oímos nombrar varias veces, la mayoría de ellas referida al tiempo atmosférico. Pero hoy -día de Año Nuevo- no quiero referirme al tiempo que hace (la niebla se cierne sobre la ciudad), sino al paso del tiempo, como algo inmaterial que sentimos que se nos escurre de las manos. He sido siempre lector de periódicos (es uno de mis placeres favoritos) y, en especial, de algunos columnistas. De adolescente me gustaba leer la columna de Gaytán ("El reloj de los días") y, posteriormente, la de Umbral ("Los placeres y los días"). Las dos -crónicas de actualidad- aludían al paso inexorable y acelerado del tiempo, que apenas podía fijarse un instante.
    A medida que nos hacemos mayores -estamos hechos de tiempo- parece que se acelera su paso (también, es una medida subjetiva: de pequeños, se nos hacían eternos los días) y tomamos conciencia de su finitud. Por eso, queremos vivirlo con intensidad; aprovecharlo al máximo; no derrocharlo en vanas ilusiones. Nos centramos en aquellas actividades significativas abandonando otras que consideramos una pérdida de tiempo. El tiempo ahora es el valor más preciado y no queremos desperdiciarlo en modo alguno. No sabemos de cuánto vamos a disponer ni qué circunstancias lo van a condicionar. Como aquellos corredores que quieren alcanzar la meta, no nos distraemos en cosas vanas que impidan alcanzar el objetivo.   
    Quizá, a los ojos de los demás, nos volvemos raros y huraños, tan centrados como estamos en no dejar escapar el menor instante de felicidad. No obstante, algunos valores deberían ser innegociables: la amistad, como sentimiento e intercambio generoso y leal de vivencias; la solidaridad con los que sufren, con los que carecen de lo elemental; la condena sin paliativos de los tiranos y explotadores. No podemos vivir única y exclusivamente para nosotros mismos: necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros.
    ¡Feliz Año Nuevo! (Por cierto, en este preciso instante, el sol amaga con salir y la niebla con retirarse).