lunes, abril 28, 2008

Excesos

Excesos 

Juego sucio
  Temo y detesto los comportamientos excesivos. En el terreno deportivo, lo manifiestan esos hinchas más papistas que el Papa, que cuando gana su equipo o triunfa su deportista preferido no dudan en mostrar su mala educación menospreciando o insultando a los rivales, o exhibiendo pancartas de mal gusto o apropiándose partidariamente de símbolos que a todos pertenecen. 
    Eufemísticamente, algunos llaman a esos hinchas apasionados, devaluando un término tan hermoso, cuando, en realidad, y en el mejor de los casos, son unos mal educados de tomo y lomo. Así que el deporte, que debería ser la expresión más noble y hermosa del ser humano, concita los instintos más innobles y bajos de las personas; ¿por qué este envilecimiento? En el deporte, tal y como se entiende ahora, no vale el aforismo "el fin no justifica los medios", sino todo lo contrario: lo importante es ganar con cualquier medio (incluidos los de esos deportistas tramposos que fingen faltas o lesiones inexistentes para dar ventaja a su equipo) y a cualquier precio. Quizá algunos piensen que todo está justificado y amortizado por los astronómicos salarios que perciben los deportistas de élite (no los modestos) y el gran circo mediático (como se dice ahora) que se monta en torno a ciertos deportes de masas. Yo opino lo contrario: ninguno de esos excesos es justificable ni favorece al deporte.



sábado, abril 05, 2008

Lorenzo Miguel Gorostiaga Marcos



Lorenzo Miguel Gorostiaga Marcos


      Lorenzo y yo somos amigos desde que éramos adolescentes. Cuando nos llegó la hora de emanciparnos de nuestros padres y ganarnos el propio sustento, seguimos siendo amigos. Mención especial merece un mes de agosto de los años setenta, no recuerdo el año exacto, en que nos reunimos en La Coruña los tres amigos de Cubillas de los Oteros: Lorenzo, Fernando y yo, invitados por el primero de los citados. Entonces Lorenzo trabajaba como profesor en la mítica academia Séneca, conocida como  La Checa por su dureza con el alumnado.
    Cuando nos casamos y tuvimos retoños, un verano fuimos a Galicia de vacaciones las dos familias juntas, compartiendo una casa de alquiler en Portonovo. En fin, que nunca hemos perdido la chispa de la amistad. Una vez jubilado, a Lorenzo, locutor de profesión, le llegó la hora de  dedicarse en cuerpo y alma a sus dos vocaciones artísticas: la literatura y la pintura. En ambas artes ha destacado con dos libros de poesía ("Huellas y recuerdos de los Oteros" y "El canto sublimado") y como retratista y paisajista.