La vida sigue
Hoy, 31 de agosto de 2016, es mi último día como maestro en activo. Hoy acaba el curso escolar 2015-16 y llega, inexorablemente, mi jubilación. Creo -por la experiencia de ceses anteriores, cuando tuve que dejar una escuela para acceder a otra- que no voy a echar de menos la docencia activa. De haberlo creído, hubiese pedido prórroga hasta los 70 años. No; me fui convencido de que este curso a punto de finalizar es un buen momento para dejarlo y convencido sigo.
Ahora me aguardan cosas ilusionantes que hacer, aparte del inevitable oficio de corredor de bolsa y de echar una mano en el hogar haciendo la cama, fregando los cacharros y el baño, pasando el aspirador... amén de contribuir al cuidado y educación de mi nieta. Una de esas cosas ilusionantes podría ser, por ejemplo, el mantenimiento de mi blog, la lectura de libros aplazada tantas veces, el visionado de buenas películas, las tareas de mantenimiento y conservación de mi bodega... en fin, pequeñas cosas que me hacen feliz.
Por eso, desecho la nostalgia del pasado y me afano en construir el presente, sabiendo que cada día nuevo es un regalo de los dioses que hay que disfrutar y aprovechar.
Ahora me aguardan cosas ilusionantes que hacer, aparte del inevitable oficio de corredor de bolsa y de echar una mano en el hogar haciendo la cama, fregando los cacharros y el baño, pasando el aspirador... amén de contribuir al cuidado y educación de mi nieta. Una de esas cosas ilusionantes podría ser, por ejemplo, el mantenimiento de mi blog, la lectura de libros aplazada tantas veces, el visionado de buenas películas, las tareas de mantenimiento y conservación de mi bodega... en fin, pequeñas cosas que me hacen feliz.
Por eso, desecho la nostalgia del pasado y me afano en construir el presente, sabiendo que cada día nuevo es un regalo de los dioses que hay que disfrutar y aprovechar.