A Casillas le abandonó su buena estrella
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Paradón de Casillas en la final del Mundial de Sudáfrica
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Me confieso admirador de Iker. Es un portero con carisma, que aparenta y debe de ser buena persona. Como futbolista, lo ha ganado todo: Liga, Champions League, un Mundial... y ha gozado del beneplácito de los dioses con paradas prodigiosas. Pero... en su camino se cruzó con Malasombra Mourinho, que, a raíz de una lesión, lo apartó del equipo. Algo difícil de digerir para un campeón del mundo en plena forma. Iker se puso el mono de trabajo y aguantó a la espera de mejores tiempos. Llegó Ancelotti que jugó a la ambigüedad, reservándolo para los compromisos coperos y la Champions. Hizo doblete, pero las dudas siguieron ensombreciendo su figura. Hay un sector del Bernabéu que no lo traga y lo pita cuando juega en casa. Cuestiones emocionales, que nada tienen que ver con la realidad objetiva: Iker sigue siendo muy bueno. Ayer tropezó, en el compromiso europeo de la selección con Eslovaquia, con una cantada impropia de su categoría. No pasa nada, nadie es perfecto, pero, como dijo Julen Guerrero en El Larguero, cuando estás cuestionado, si tienes once aciertos y un fallo, todo el mundo se fija en el fallo... Y Julen lo sabe bien. Cosas de la humana condición.
Sin embargo, Iker no debería estar mucho tiempo triste, ni lamentarse de su mala suerte. Si obvia los últimos tiempos, que no han sido del todo malos, pues Vicente del Bosque, el gran seleccionador español, ha seguido, contra viento y marea, confiando en él, y su entrenador le ha dado la titularidad en el Real Madrid, y es capaz de serenarse, verá que ha sido y es un hombre afortunadísimo, un triunfador, pues ha logrado los máximos éxitos profesionales; y goza de la amistad de un crack como Xavi Hernández y del amor de la guapísima -y sensata- Sara Carbonero, con la que ha tenido un hijo precioso. Si no se deja vencer por la depresión, verá que la buena estrella sigue estando de su lado.