Viajar
Siempre esperamos algo nuevo de un viaje; quizá que nos ocurra algo maravilloso, inesperado, fantástico. Los campos que cruzamos veloces, las personas que vemos, los monumentos que visitamos nos parecen singulares, encantadores, preciosos. Las jornadas resultan plenas, agotadoras, felices. Los alimentos sabrosos, suculentos, deliciosos. Apreciamos la bondad de la gente y nos acucian las ganas de aprender nuevas cosas. Nos hacemos más tolerantes y comprensivos. Más comunicativos y menos intransigentes. Valoramos lo bueno de los otros y restamos mezquindad a nuestros actos. Viajar, en suma, nos ilustra, nos relaja y saca lo mejor de nosotros. Viajar siempre merece la pena.